lunes, 17 de marzo de 2008

Gilberto Freyre


Como aquel otro libro capital, perteneciente a la cultura argentina, que enunció su deseo de explicar “el misterio de la lucha obstinada que despedaza a la república” y dio comienzo a la historia de su roe con una anécdota -aquella que presenta a un Facundo fugitivo siendo perseguido por un tigre cebado-, en CG&S también pueden observarse este tipo de recurrencias anecdóticas, que conllevan en su seno un carácter eminentemente argumentativo. Freyre comparte la creencia de que “cada hecho, cada detalle, se integra sin residuos en una muy vasta unidad de sentido”, totalidad semántica que se conforma con el discurrir del texto y que no corresponde a un plan “que hayamos construido previamente con un criterio interpretativo".

Un tipo de acercamiento de corte subjetivo tiene sus raíces en el pensamiento ibérico. Ahora bien, ¿Qué significa esta inclusión impresionista? “Para Gilberto quer dizer ter uma atividade mais de aventura que de rotina. Tornar-se capaz de ser principalmente pessoa ou principalmente homem: um homem que ajusta a palabra à sua personalidade em vez de ajustar a personalidade a qualquer conjunto de convenções mortas”.

Barnech Gabriel, Hacia una metodología en Casa-grande e senzala.

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Obras de este autor

viernes, 14 de marzo de 2008

Miguel de Unamuno


"Sospecho que la obra capital de cuantas escribió Unamuno es Del sentimiento trágico de la vida. Su tema es la inmortalidad personal: mejor dicho, las vanas inmortalidades que ha imaginado el hombre, y los horrores y esperanzas que nos impone esa especulación. A muy pocos elude ese tema; los españoles y los sudamericanos afirman, o brevemente niegan, la inmortalidad, pero no tratan de discutirla o de figurársela… el Rosario de sonetos líricos, publicado el año 1911 en Madrid, lo muestra, en mi opinión, totalmente. Todos los temas de Unamuno están en este breve libro.
El tiempo:

Nocturno río de las horas fluye
desde su manantial que es el mañana eterno…


La creencia general ha determinado que el río de las horas –el tiempo- fluye hacia el porvenir. Imaginar el rumbo contrario no es menos razonable, y es más poético.
Unamuno propone esa inversión en los dos versos anteriores; ignoro si llegó alguna vez, en el curso de su numerosa producción, a defender su tesis…
La fe como sustancia del porvenir, según la definición de San Pablo. El deber moral de conquistar la fama y la inmortalidad aparecen reflejados en los siguientes endecasílabos:

Yo te espero, sustancia de la vida:
no he de pasar cual sombra desvaída
en el rondón de la macabra danza,
pues para algo nací; con mi flaqueza
cimientos echaré a tu fortaleza
y viviré esperándote, ¡Esperanza!


El apetito generoso de eternidad, el temor de que se pierda en el pasado:

Es revivir lo que viví mi anhelo
y no vivir de nuevo nueva vida,
hacia un eterno ayer haz que mi vuelo

emprenda sin llegar a la partida,
porque, Señor, no tienes otro cielo
que de mi dicha llene la medida.

La valerosa fe del incrédulo:
…sufro yo a tu costa
Dios no existente, pues si Tú existieras
Existiría yo también de veras.

El centenar de piezas que componen el Rosario de sonetos líricos nos da la plenitud de su personaje: Miguel de Unamuno. Macaulay, en alguno de sus estudios, se maravilla de que las imaginaciones de un hombre lleguen a ser los íntimos recuerdos de miles de otros. Esa omnipresencia de un yo, esa continua difusión de un alma en las almas, es una de las operaciones del arte, acaso la esencial y la más difícil.
Yo entiendo que Unamuno es el primer escritor de nuestro idioma. Su muerte corporal no es su muerte; su presencia –discutidora, gárrula, atormentada, a veces intolerable-, está con nosotros
29 de enero de 1937”

Jorge Luis Borges, "Presencia de Miguel de Unamuno" en Textos cautivos, Madrid, Alianza,1998.

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Obras de este autor

lunes, 10 de marzo de 2008

José Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset (1883-1955)

"En una primera etapa, aproximadamente desde 1902 hasta 1910, defendió una tendencia objetivista que llegaba hasta afirmar el primado de las cosas (y de las ideas) sobre las personas. Pero a partir de 1910, y especialmente desde 1914, su pensamiento se orientó en la forma ulteriormente desarrollada. Dentro de la continuidad manifestada en tal desarrollo se destacan, sin embargo, dos períodos: el primero, que abarca hasta 1923 aproximadamente, puede llamarse perspectivista; el segundo, desde 1923, raciovitalista.
Característica del período 1910-1923 es el perspectivismo, llevado hasta tales consecuencias que Ortega indica que la substancia última del mundo es una perspectiva. El perspectivismo no es, empero solamente, una doctrina accidental, se convierte en la piedra angular de la teoría del conocimiento. En esta última se opone Ortega por igual al idealismo y al realismo. Contra el idealismo, afirma que el sujeto no es el eje en torno al cual gira la realidad; contra el realismo, que no es un simple trozo de la realidad. El sujeto es una pantalla que selecciona las impresiones o lo dado. No es un ser abstracto, sino una realidad concreta que vive aquí y ahora. Es, por lo tanto, una vida. Tal vida no es sólo biológica; la defensa de lo vital, en la que Ortega insiste ahincadamente, no equivale a la defensa de lo primitivo. Si bien la cultura es producida por la vida y para la vida -y, por consiguiente, la vida es anterior a la cultura-, ello no significa que los valores culturales sean secreciones de actividades vitales y menos aún meramente biológicas. Significa que los valores culturales son funciones vitales, aunque funciones vitales que obedecen a leyes objetivas, y que por consiguiente, hay una continuidad completa entre lo vital y lo transvital o cultural. Como consecuencia de esto puede afirmarse que la razón no está fuera de la vida ni tampoco es la vida, sino una función de la vida.
El desarrollo de los temas a que le había conducido el perspectivismo lleva, pues, a Ortega a las posiciones que hemos calificado con el nombre de racioviltalismo. Algunas de estas posiciones aparecen claramente en una de las primeras tesis filosóficas de Ortega: la tesis formulada en 1914 según la cual <Yo soy: yo y mi circunstancia>. Esta tesis había conducido a Ortega a una elaboración del concepto como cultivo de la espontaneidad en que la vida consiste, es decir, a una doctrina del concepto como auténtico órgano de conocimiento. En el desarrollo posterior la tesis en cuestión adquiere un papel todavía más fundamental: permite entender la noción de la razón vital sobre la cual va a girar la su filosofía. Contra la abstracción del racionalismo y contra las interpretaciones pragmatistas, biologistas y exclusivamente intuitivistas del vitalismo, Ortega mantiene que si quiere llamársele vitalista, habrá que entender por tal adjetivo la posición del que afirma que el conocimiento, aunque siendo racional, está arraigado en la vida. Por lo tanto, la doctrina de la razón vital (o razón viviente), el raciovitalismo, desconfía solamente de ciertas interpretaciones dadas a la razón. En particular desconfía de la reducción de la razón a la razón física y abstracta, y mantiene que toda razón es razón vital. "Razón" es, pues, un término que designa todos los actos que <dan razón de> y especialmente que dan razón de los hechos vitales. Por eso la filosofía no es un pensamiento acerca de la vida, sino un partir del hecho de que toda razón es viviente. En suma: "razón vital" puede traducirse por "vida como razón". De ahí que el hombre no sea para Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir. Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual abstracto, sino de un modo concreto y pleno. De ello se deriva el saber como un saber a qué atenerse: el hombre ha tenido que inventar la razón, porque sin ella se sentiría perdido en el universo. Ahora bien, la razón vital no es solamente un método sino también una realidad: es una guía en el sistema de la realidad y la propia realidad que se guía a sí misma dentro del propio universo."
J. Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, Tomo III, Barcelona, Ariel, 1999.

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Obras de este autor